Two Principles of Fiction That Can Be Applied to Academic Writing

Dos principios de la ficción que se pueden aplicar a la escritura académica

Feb 19, 2025Rene Tetzner

Resumen

Dos herramientas de ficción—la trama y la perspectiva—pueden hacer que la escritura académica sea más clara y atractiva. Trata tu artículo como una historia: comienza con un problema motivador, genera impulso a través de métodos y desafíos, y alcanza el clímax/resolución en resultados y discusión (lo que cambió y por qué importa). Usa figuras y datos para mostrar los puntos de inflexión, no solo enumerar procedimientos.

Asume tu perspectiva. Reemplaza frases pasivas vagas con voz activa (“Encontramos…”), declara tu marco y supuestos, y mantén un tono consistente. Una postura clara aumenta la transparencia y la confianza sin sacrificar el rigor.

Movimientos prácticos: comienza con una pregunta de investigación clara; da solo el contexto necesario para sentir la importancia; narra los métodos como elecciones intencionadas; destaca sorpresas e implicaciones; cierra con lo que el campo debería hacer a continuación. Escribe para un no especialista inteligente para exponer la complejidad innecesaria.

Conclusión: estructura (plot) + voz (perspective) convierte la investigación compleja en un trabajo legible y citable—precisión con propósito que respeta a los lectores y recompensa su atención.

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Dos principios de la ficción que pueden aplicarse a la escritura académica

Durante siglos, la escritura académica y la escritura creativa parecían ocupar mundos completamente diferentes. La prosa académica solía ser formal, distante y densamente cargada de términos técnicos, mientras que la ficción era expresiva, emocional y accesible para un público amplio. Incluso dentro del campo de los estudios literarios, los académicos que analizaban novelas y poemas tendían a escribir en un estilo muy alejado de la creatividad de sus sujetos. Sin embargo, en las últimas décadas, la brecha entre estas dos tradiciones se ha reducido significativamente. Las demandas de la publicación moderna, la accesibilidad en línea y la investigación interdisciplinaria han contribuido a una nueva expectativa: que la escritura académica no solo informe sino que también involucre.

Muchos editores académicos ahora animan a los autores a comunicar sus hallazgos de maneras que puedan ser apreciadas por lectores más allá de sus círculos disciplinarios inmediatos. Este cambio es más que una preferencia estilística—refleja un reconocimiento de que una buena investigación merece ser leída, comprendida y discutida ampliamente. Para lograrlo, los escritores deben priorizar la claridad, la coherencia e incluso un toque de arte. Implica más que simplemente reemplazar la jerga técnica con vocabulario cotidiano. Requiere un esfuerzo deliberado para captar la atención de los lectores y mantener su interés desde la primera hasta la última frase.

Aquí es donde las lecciones de la ficción pueden ser sorprendentemente útiles. Aunque los objetivos de la ficción y la escritura académica difieren—una busca entretener y la otra informar—comparten un desafío fundamental: mantener a los lectores interesados. Entre las muchas técnicas que emplean los escritores de ficción, dos destacan como particularmente aplicables a la prosa académica: plot y perspective. Entender y aplicar estos principios puede ayudar a transformar incluso el trabajo de investigación más complejo en una narrativa coherente y atractiva.

1. Trama: La historia detrás de la investigación

En la ficción, la trama es la columna vertebral de la historia: la secuencia de eventos que impulsa al lector hacia adelante. Una trama fuerte da estructura y dinamismo a una narrativa, proporcionando dirección y significado. De manera similar, cada pieza de escritura académica, desde un artículo corto de investigación hasta una tesis doctoral, tiene su propia trama. El desafío está en reconocerla y presentarla de una manera que invite a los lectores a seguirla.

Un artículo de investigación bien escrito cuenta una historia: comienza con un problema o una pregunta, avanza a través de un proceso de investigación y concluye con ideas o respuestas. En este sentido, el viaje de investigación refleja el arco narrativo clásico de la ficción: introducción, desarrollo, clímax y resolución. Los “personajes” pueden ser variables en lugar de personas, y el “conflicto” puede ser intelectual en lugar de emocional, pero la estructura subyacente sigue siendo la misma.

Considera cómo un novelista atrae al lector a una historia presentando una pregunta central: "¿Qué pasará después?" En la escritura académica, esa pregunta puede tomar la forma de una hipótesis o un problema de investigación: "¿Por qué ocurre este fenómeno?" o "¿Cómo podemos abordar este problema?" Tu tarea como escritor académico es mantener la curiosidad y el impulso mientras guías a los lectores a través de tu razonamiento, evidencia y conclusiones.

Comienza estableciendo la escena. Proporciona suficiente contexto para que tu pregunta de investigación tenga sentido, pero evita abrumar a tus lectores con detalles innecesarios. Piensa en la introducción como la exposición de tu historia: debe situar al lector dentro de un contexto específico, presentar la pregunta principal y sugerir por qué es importante. Luego, describe tu metodología como la acción que se desarrolla: el proceso mediante el cual exploraste la pregunta. Aquí es donde puede generarse tensión e intriga, especialmente cuando surgen desafíos inesperados o cuando tus hallazgos divergen de las suposiciones establecidas.

Cuando llegues a tus secciones de resultados y discusión, trátalas como el clímax y la resolución de tu historia. Aquí es donde el lector descubre lo que tu investigación ha revelado. Destaca no solo lo que encontraste, sino por qué importa. Explica cómo tus hallazgos avanzan la comprensión o abren nuevas direcciones para la investigación. Termina con una sensación de cierre, incluso si tus resultados plantean nuevas preguntas para estudios futuros. Una "trama" bien estructurada asegura que tu artículo no sea simplemente una colección de hechos, sino un viaje coherente con propósito y significado.

Dando Vida a los Datos

Incluso en campos altamente técnicos, donde dominan los datos y las ecuaciones, una estructura narrativa puede hacer una diferencia dramática. Una tabla de números puede ser informativa, pero es la interpretación—la historia que esos números cuentan—lo que capta la atención. Al describir datos, piensa en causa y efecto, conflicto y resolución. ¿Qué patrones surgieron? ¿Qué resultados inesperados desafiaron tus expectativas? ¿Qué historia revelan los datos sobre el mundo?

Usar esta mentalidad narrativa ayuda a asegurar que tu escritura no sea solo un resumen de procedimientos, sino una explicación convincente de cómo y por qué tu investigación se desarrolló como lo hizo. Los lectores tienen más probabilidades de recordar tu trabajo si pueden seguir su lógica como una historia en lugar de una lista de hechos aislados.

2. Perspectiva: La Voz del Investigador

El segundo principio tomado de la ficción es la perspectiva—el lente a través del cual se cuenta la historia. En una novela, la perspectiva determina a través de qué ojos vemos y qué voz escuchamos. Puede ser un narrador en primera persona que comparte experiencias personales o una voz omnisciente que nos guía a través de múltiples puntos de vista. Sea cual sea la forma que tome, la perspectiva moldea el compromiso emocional e intelectual del lector.

En la escritura académica, la perspectiva funciona de manera diferente pero no menos poderosa. Se refiere a la voz del autor—la postura, el tono y el punto de vista desde el cual se presenta la investigación. Tradicionalmente, se alentaba a los académicos a suprimir su voz personal, usando la voz pasiva ("Se encontró que...") para proyectar una ilusión de objetividad. Sin embargo, la comunicación académica contemporánea reconoce cada vez más que la perspectiva del investigador no es un defecto que deba ocultarse, sino un activo que debe reconocerse.

Después de todo, la investigación no se realiza sola; la realizan los investigadores. Las decisiones que tomas—qué estudiar, cómo estudiarlo, cómo interpretar los resultados—reflejan elecciones informadas y experiencia profesional. Pretender lo contrario aleja a los lectores de tu trabajo y hace que tu prosa sea menos atractiva. En cambio, usa la voz activa siempre que sea posible ("Encontramos que...", "Este estudio demuestra..."). La voz activa no solo aclara quién es responsable de la investigación, sino que también añade energía e inmediatez a tu escritura.

La perspectiva también incluye la posición intelectual. Cada investigador escribe desde un marco particular de conocimiento y valores. Reconocer esa postura ayuda a los lectores a entender cómo interpretas la evidencia y por qué sacas ciertas conclusiones. También fomenta la transparencia e invita a los lectores a involucrarse críticamente con tu trabajo. Así como un novelista construye credibilidad siendo consistente en el tono y la caracterización, un académico genera confianza a través de una perspectiva consistente y claramente articulada.

Encontrando tu voz académica

Desarrollar una voz académica fuerte no significa abandonar el profesionalismo. Significa escribir con confianza, claridad y autenticidad. Evita esconderte detrás de frases excesivamente formales o sintaxis enrevesada. En cambio, imagina explicar tu investigación a una audiencia inteligente pero no especialista. ¿Qué dirías? ¿Cómo harías que les importe? Este ejercicio a menudo revela dónde tu escritura es innecesariamente compleja y dónde puede simplificarse sin perder rigor.

Muchos de los mejores escritores académicos—aquellos cuyos artículos son ampliamente citados y recordados—han dominado el arte de la voz. Su prosa es legible, sus argumentos claros y su entusiasmo por su tema palpable. Escriben no como observadores sin rostro sino como participantes comprometidos en una conversación académica continua. Puedes lograr el mismo efecto apropiándote de tu perspectiva y permitiendo que tu curiosidad intelectual brille a través de tu escritura.

Construyendo un puente entre la creatividad y la erudición

Aplicar los principios de la trama y la perspectiva a la escritura académica no significa convertir los artículos de investigación en novelas. Significa reconocer que la comunicación, ya sea en el arte o en la ciencia, depende de la estructura, la coherencia y la voz. Los lectores de trabajos académicos—editores, revisores, estudiantes o colegas investigadores—siguen siendo seres humanos. Aprecian la claridad, el ritmo y un sentido de propósito. Cuando tu escritura los guía suavemente a través de tu razonamiento y los mantiene interesados, se vuelve no solo informativa sino también agradable de leer.

En el competitivo entorno académico actual, donde innumerables artículos compiten por atención, la legibilidad se ha convertido en una forma de impacto. Una historia de investigación bien estructurada y bien contada tiene muchas más probabilidades de ser citada, compartida y recordada. En este sentido, tomar prestadas técnicas de la ficción no es solo una elección estilística, sino una estrategia práctica para el éxito académico.

Conclusión: El académico como narrador

Cada investigación, por muy técnica o especializada que sea, cuenta una historia. Comienza con la curiosidad, continúa con la exploración y termina con el descubrimiento. Pensando como un narrador—prestando atención a la trama y la perspectiva—puedes hacer que esa historia resuene con otros. Puedes ayudar a los lectores a ver no solo lo que encontraste sino también por qué importa.

La mejor escritura académica, como la mejor ficción, combina precisión con pasión. Respeta la inteligencia del lector mientras recompensa su atención. Cuando los académicos abrazan el arte de contar historias, elevan no solo su propio trabajo sino también la conversación colectiva de su campo. Así que, al escribir tu próximo artículo o tesis, recuerda las herramientas del novelista: estructura tu trama, encuentra tu voz y guía a tus lectores a través de una historia que sea tan intelectualmente rigurosa como atractiva.



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