Comunicación con los Editores de Revistas por Correo Electrónico
Cualquier académico que utilice el correo electrónico para comunicarse en un contexto profesional tarde o temprano se da cuenta de que puede ser un medio complicado de manejar en ocasiones. Sí, es maravillosamente fácil e instantáneo, lo cual son grandes ventajas, pero es muy diferente de la comunicación cara a cara o incluso telefónica, y es prudente tenerlo en cuenta. Tu lector no puede ver tus expresiones faciales, detectar el tumulto a tu alrededor que puede impedir una comunicación clara o detallada o, en muchos casos, evaluar con precisión el tono de tu voz. Por lo tanto, se requiere un cuidado extremo, una sensibilidad reflexiva y un enfoque invariablemente profesional cada vez que redactes mensajes de correo electrónico que puedan ser importantes para tu investigación y carrera.
Diseñar una respuesta por correo electrónico a un editor de revista que ha evaluado el artículo que enviaste para publicación e indicó en sus comentarios la necesidad de revisiones antes de que tu trabajo pueda ser publicado presenta una de las situaciones de escritura más desafiantes para cualquier autor académico o científico. No uso la palabra «diseñar» aquí a la ligera. El mensaje de correo electrónico que envíes nunca debe ser redactado apresuradamente y enviado al editor, a menos que, por supuesto, hayas decidido que ya no deseas ser publicado en la revista y te sientas seguro de que nunca querrás ser publicado en esa revista. Recuerda que un mensaje de correo electrónico mal considerado puede quemar puentes potencialmente útiles muy rápidamente. Dado que deseabas ser publicado en esa revista solo semanas o meses antes, es probable que tales sentimientos negativos formen parte de una respuesta emocional a lo que puede parecer una retroalimentación negativa, así que respira hondo y reconsidera el asunto. Incluso si decides que no podrás hacer los cambios solicitados por el editor, una respuesta cortés y profesional es lo adecuado.
Ya sea que planees revisar tu artículo para volver a enviarlo o no, no comiences tu mensaje con quejas del tipo «No esperaba una respuesta así» o «Simplemente no tengo tiempo para ocuparme de estas revisiones». Por supuesto que no esperabas una solicitud de cambios; tal expectativa implicaría que no te habías molestado en hacer tu artículo lo mejor posible antes de enviarlo. Por supuesto que tienes muy poco tiempo para atender un trabajo que no anticipaste; los académicos son personas ocupadas, pero también lo son los correctores, y las palabras que escribes a un editor requieren tiempo para ser leídas, por lo que quieres que cada frase que envíes tenga el mejor efecto posible. Por lo tanto, las expresiones de gratitud son el lugar correcto para comenzar, y con razón, porque deberías estar agradecido si un editor de adquisiciones se ha tomado el tiempo para darte comentarios detallados en un esfuerzo por ayudarte a mejorar tu trabajo y, en última instancia, lograr la publicación en su revista. Si te resulta difícil fomentar tales sentimientos, piensa en todos esos autores que no reciben más que un rechazo formulado que no ofrece ninguna esperanza de publicación. Tú tienes una oportunidad que ellos no tienen, así que aprovéchala y comienza tu respuesta por correo electrónico con «Muchas gracias por tu mensaje y tus útiles comentarios sobre mi artículo.»
Lo que escribas después de eso depende de cómo hayas decidido abordar las revisiones solicitadas. Es esencial pensar en tus planes tan minuciosamente como sea posible antes de responder, porque esa reflexión te ayudará a diseñar y redactar una respuesta que comunique tus intenciones de manera clara y precisa, incluyendo explicaciones de cualquier cambio que no puedas realizar y razones académicas válidas para ello. Mantén tu actitud profesional en todo momento, haz tu mejor esfuerzo para considerar las necesidades del editor y la revista, así como la integridad de tu investigación y las cuestiones prácticas de la revisión. Finalmente, asegúrate de que tu prosa esté tan cuidadosamente construida como el contenido que pretende comunicar. Este no es el momento para sugerir, a través de una mala redacción, que no eres capaz de producir un texto perfecto, así que busca la ayuda de un colega experimentado o mentor, o contrata los servicios de un corrector profesional para ayudarte a pulir tu mensaje hasta darle un brillo académico.
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